viernes, 16 de mayo de 2008

El levantamiento de un pueblo:la trampa de Bayona

Las primeras medidas del nuevo rey de España fueron encaminadas, como era de esperar a rodearse de partidarios y reforzar su poder, por lo que procedió a anular las consecuencias del escorial y colocó de ministros a sus principales apoyos: el duque del infantado, nombrado presidente del consejo de castilla y coronel de las reales guardias españolas, el duque de san Carlos convertido en mayordomo mayor del palacio y sobretodo al canónigo Escoïquiz, su principal confidente, al que designó miembro del consejo de estado y otorgó la gran cruz de la Orden de Carlos 3. Curiosamente la amnistía también benefició a grandes pensadores de la ilustración. Como Jovellanos, que se encontraba encarcelado en la prisión de Bellver, en Palma de Mallorca.

La política de Fernando VII fue inicialmente moderada. Mantuvo a destacados colaboradores de Godoy en sus puestos, como Cevallos, ministro del estado y situó a notables liberales en algunas carteras, como Azansa, ministro de hacienda y o’Farril, ministro de la guerra, pero las decisiones importantes quedaron en manos de la camarilla, formado por los duques de san Carlos y el infantado y Escoïquiz.

Respecto ante la actitud tomada ante Murat fue claramente sumisa, esperando con ansias que Napoleón refrendase su acceso al trono, Murat comprobó hasta que punto el rey estaba a los pies de Francia, cuando exigió la entrega de la espada tomada a francisco 1 en pavía y que fácilmente obtuvo en un solemne acto el 5 de abril. Poco a poco en Madrid la gente se iba dando cuenta de que el duque de Berg eran los que mandaban siguiendo las precisas instrucciones de napoleón al pie de la letra. Un ejemplo el aplazamiento de la orden de juicio contra Godoy tomada el mismo día 5, o la sugerencia -en realidad una orden- transmitida por Savary duque de Rodrigo, a Escoïquiz, solicitando que el rey fuese a visitar a napoleón en Francia. El deseo de ser reconocido por el emperador era tan fuerte que Fernando VII y sus más allegados colaboradores partieron para Francia el 10 de abril dejando la junta de gobierno al control de la nación, algo que representaba cada día más dudoso. El rey y su séquito hicieron todo el camino por una ruta controlada por las tropas imperiales, por su puesto se debían dar cuenta del peligro que corrían e intentaron no salir de España. En Burgos, Savary convenció al monarca para que siguiera la ruta hasta victoria, donde llegó el 14 y luego continuase hasta bayona. Alguno de sus acompañantes como Urquijo que escapase y se pusiese a salvo, pero una nota de la junta suprema en la que comentaba que Murat consideraba la posibilidad de sentar en el trono a su padre, -lo que no era cierto- le convencieron de que debía continuar la marcha. Partió el 19 con un conato de algarada del pueblo, que le vitoreaba y que pudo ser contenida por la intervención del duque del Infantado, que tranquilizó a los congregados, pues sospechaban que el rey iba camino de Francia. Así era en realidad y el 20 pasaba la frontera de Bidasoa.

Napoleón cómodamente instalado en el palacio de Marsac, no muy lejos de bayona recibió a Fernando como príncipe de Asturias, no como rey y tras una breve cena creyendo que el rey era un lelo, decidió tratar los asuntos con Escoïquiz, la propuesta era dura, ningún Borbón debía reinar en España y se le daría a Fernando como compensación el reino de Etruria. En realidad el rey de España no tenía nada que hacer. Napoleón le obligó a ceder antes de que terminase el 21 de abril. De lo contrario negociaría con su padre que estaba al llegar.

Nada más salir Fernando en dirección a Francia, Murat ordenó que se le entregase a Godoy, petición totalmente fuera de lugar a la que se opuso la junta suprema de Gobierno, pero fue suficiente una carta del general Belliard en la que afirmaba que tenía permiso del rey Fernando para que la oposición cediera. Tras salir de la prisión, Godoy fue enviado a Bayona ciudad a la que llegó el 26. La presencia del valido en Francia y una carta de napoleón a Carlos IV en la que afirmaba que jamás reconocería al príncipe de Asturias como rey de España, fue suficiente para vencer cualquier resistencia de vieja pareja real. Tras suplicar a Murat que les permitiese ir a bayona escoltados por tropas francesas, así lo hicieron y en medio de la indiferencia del pueblo partieron para Francia el 23 de abril. Una vez en bayona, a la que llegaron el 30 fueron recibidos como soberanos, no sólo por los franceses sino también por los españoles. Que tenían órdenes al respecto. Los soberanos se reunieron allí con Godoy, y con su hijo al que la reina reprochó su comportamiento. La lamentable familia que regía los destinos de España, tenía aún mayor tiempo para someterse a la mayor de las indignidades. Carlos 4, instigado por Godoy, con quien napoleón ya se había entrevistado, pidió que le restituyeran sus derechos. Pero viendo la firme actitud del emperador cedió todo a cambio una renta vitalicia. El miserable rey de España había vendido, literalmente su nación. Respecto a su no menos infame hijo, se daba cuenta ahora perfectamente de que habían caído en una trampa. Viendo que no había solución, informó a la junta suprema de gobierno en Madrid, de lo que estaba sucediendo. España estaba sin rey.

Ahora Napoleón tenía en sus manos el destino de su nación vecina y podía aprovechar cualquier altercado callejero en nombre de los desposeídos reyes, para imponer su voluntad por la fuerza, lo que no sabía ni esperaba, es que el movimiento que iba a iniciarse sería una de las causas principales de su ruina.

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